sábado, octubre 10

TELITA III: El casamiento de mi ex, por La Rubiaa

Nuestra muy imaginativa Rubiaa ganó una honrosa cantidad de votos en septiembre con su cuento Soledad, y ahora nos regala un nuevo cuento. Podría creerse que lo que quiere es ganarse uno de los codiciados premios Telita, pero no piensen así de ella, porque en realidad el cuento me lo mandó apenitas después del primero, y sólo porque el primero le parecía medio bajón. Por eso y porque le sobra creatividad, claro.


Su nuevo aporte me resultó muy divertido. ¡Que lo disfruten!

El casamiento de mi ex

Mariana manejaba, Lara iba en el lado del acompañante, muy perfumada y nerviosa, y Paula iba atrás, con la guía T en la mano y los anteojos puestos.

- ¿Cómo se llamaba la calle? – preguntó Mariana.

- 30 indígenas – dijo Lara, casi gritando.

- ¿Lo qué???

Mariana frenó de golpe en el semáforo, a Paula se le cayó la guia al piso tratando de que no se le caigan los anteojos, sin contener la risa. Lara estaba tan rígida que ni se movió.

-¿De que te reís, boluda? – le dijo.

- Es 33 orientales, no 30 indígenas, nena. Tranquilizate, respirá hondo. ¿Hiciste pis antes de salir? Porque si encima tenemos que parar en un McDonald’s, no llegamos, viste, y la verdad ya bastante bizarro es todo esto como para hacerlo durar mas. Dejá que yo guío.

-No hubieras venido, respondió Lara de mala gana.

-Daleee, que si no venía yo, o si no venía Marian, no venías ni vos, mirá.

Mariana, siempre mediadora, sonrió, pero enseguida hizo una mueca de dolor.

-Mierda, no puedo manejar con tremendo tacos. Pau, seguí vos que estas con taco bajo.

Estacionaron un rato para cambiarse de lugar y para darle ánimo y más palabras de aliento a la pobre Lara, que estaba a punto de cometer el peor error de su vida, o no, depende de cómo viera uno la situación. A los 15 minutos ya estaban de nuevo en camino. Paula manejaba y hablaba.

-No podés casarte en la calle “33 orientales”, tiene cero glamour, me extraña de Peter, un tipo con tanta guita, con tanto nombre, con tanta pinta - dijo Paula irónicamente. - Aunque la iglesia, te digo, es divina.

-Lo que no podés es casarte con una tilinga muerta de hambre que vino de Santa Rosa hace seis meses porque si no la comían los piojos, que conocés hace tres y que ni siquiera sabe pronunciar tu apellido.

-No digas asi, hablás desde la bronca porque te robó el novio. Pero reconozco que la chica es, cómo se dice, una trepadora, dificil imaginarse que Peter vaya a compartir un proyecto de vida con una chica asi, dijo Mariana.

- La piba no es para él, pero al margen, ¿cómo sabes vos que no sabe pronunciar su futuro apellido de casada? , preguntó Paula.

-Porque me lo dijo el primo, que por cierto es el que nos va a hacer entrar. El no es conocido, así que no le van a estar encima.

Después de un rato, llegaron. Habían salido con tiempo, porque era obvio que no iban a encontrar lugar para estacionar tan rápido. Dieron un par de vueltas y estacionaron atrás de una limousine de donde salía una pareja vestida de negro, impecables los dos.

-Me siento Patito feo, dijo Lara.

-No jodas, estás divina, dijo Paula, y bajaron del auto.

La muchedumbre ya iba entrando a la iglesia, había camionetas de canales de televisión por todos lados y gente muy bien vestida que sonreía y deseaba felicidad a los novios frente a las cámaras. La falsedad se podía oler a distancia. Era muy obvio, mucho antes de que anunciaran el casamiento, que esa pareja no iba a durar, y no sólo las chicas, sino todos los que estaban ahí sonriendo sabían eso, pero se esforzaban por disimularlo. Todos menos el novio, claro. Lara no quería que la vieran las cámaras, por lo menos no antes de entrar, después, adentro, sería otra historia, podía salir después en todas las revistas como la patética número uno, o no. Eso estaba en manos del destino. Se ubicaron cerca de un árbol grande, aislado de la multitud que iba disminuyendo. No hacía mucho calor, pero la tensión a la sombra de ese árbol hacía que Lara transpirara el doble.

Cuando todos los invitados parecían ya estar adentro, un chico rubio se acercó al trío, saludando a Lara primero.

-Hola, soy Juan Pablo, el primo de Peter. Lara, hubo un problema con las invitaciones, dijo.

- ¿Qué?, dijo Lara, blanca como un papel, ¿no tenés mas invitaciones?

-No, respondió él.

Lara casi se cae, pero Paula la sostuvo.

-Linda, no te preocupes, ya hablé con el tipo de la puerta, traté de coimearlo pero parece que también es cura o algo así, igual con el asunto este del amor lo convencí, le dije que eras la ex y que estabas muy contenta por el novio y su nueva vida y sólo querías saludarlos y despedirte.

-Te vas a ir al infierno por mentir de esa manera, le dijo Paula.

-Es que capaz que si le decía que ella tiene que estar porque va a evitar que mi primo se case con esa mina, no las dejaba entrar, dijo guiñándoles el ojo. Vamos linda, ponete las pilas que tenés un casamiento que impedir, como en las películas. Síganme.

Entraron por una puerta lateral, al fondo. Los últimos invitados se estaban acomodando y Peter ya estaba parado en el altar. Lara lo vio y se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no podía dejar que se corriera el rimmel en un momento así. Paula y Mariana se sentaron en el fondo, tratando de pasar desapercibidas. Lara se quedó parada atrás, medio tapada por el confesionario.

Al rato se hizo silencio y empezó a sonar la marcha nupcial. La puerta principal se abrió y entró la novia, sonriente, con un vestido que era el sueño de cualquier mujer, del brazo de un señor alto y muy joven para ser su papá.

-Ni en dos vidas se imaginó que alguna vez estaría usando ese vestido, esta mina, susurró Paula.

-Shhhhhhhh!, la calló Mariana con un codazo.

Mariana estaba optimista, se imaginaba por fin una histórica victoria sobre las trepadoras, botineras, vedetongas de cuarta y gatos hechos que pululan por la vida robándose los mejores hombres, los pocos que quedaban. Un pensamiento que bien podría haber salido de la cabeza de Paula, pero esta vez era de ella. Tenía fe en su amiga, porque conocía el amor que ella tenía, que había sido y todavía era incondicional, una cosa muy rara en un ambiente como ése en el que se movían ellos. Y quien los hubiera visto hace un año atrás, jamás hubiera pensado que hoy Peter se estaría casando con otra mujer, si eran el uno para el otro, desde el día que se conocieron. Pero de repente, de un día para el otro, Peter se hizo famoso, y con la fama vino la plata, las mujeres, los chismes. Y Lara no aguantó, y Peter eligió mal.

El cura ya había empezado a dar el sermón que sólo emociona a madres y suegras y aburre al resto. Las chicas miraron a Lara y le dedicaron su mejor sonrisa, como para transmitirle que iba a estar todo bien. El momento estaba cerca.

-Si hay alguien que crea que estas dos personas no deben unirse en santo matrimonio, que hable ahora o calle para siempre, dijo el cura.

Se hicieron unos segundos de silencio sepulcral. Mariana y Paula se agarraron de las manos y contuvieron la respiración, no querían mirar a su amiga ahora. A Paula incluso se le pasó por la cabeza que Lara no se iba a animar. El cura empezó a hablar de nuevo.

-Bueno, entonces….

-Yo, gritó Lara, que ya estaba en el fondo de la alfombra, mirando directo a los novios.

Toda la iglesia se dio vuelta, murmurando. Se escucharon varios “ohhhhhh” y “ahhhhh”. Los flashes de las cámaras empezaron tan fuertes que creo que la pobre chica no podía ver nada más.

-Perdón señorita, usted…, atinó a decir el cura, pero Peter levantó la mano, callándolo.

-Lara, ¿que hacés?, dijo.

-Vine a hacerte entrar en razón, me niego a creer que te querés casar con ella. Si te conozco, y sé que es asi, no te podés casar con ella, porque es todo lo contrario a lo que siempre quisiste. Y no soy la única hoy acá que piensa lo mismo, es que nadie te lo dice.

Silencio total, la cara de la novia era impagable. Lara siguió.

-Yo te amo, Peter. Por favor, no te cases. Yo sé que es complicado y que siempre peleamos, pero prefiero pelear con vos que reirme con otro. Danos una segunda oportunidad.

Eso fue lo último que dijo. Por unos minutos nadie habló, ni se movió, ni murmuró. Paula y Mariana tampoco. Hasta que Peter dijo:

-Perdoname Lara, pero este soy yo ahora, esto es lo que elijo, y ya lo habíamos hablado. Por favor, dejame seguir con mi casamiento y cortá con este papelón que es lo mejor para todos.

-Dale querida, que no fuiste invitada, dijo la novia.

Lara sintió cómo le caían las lágrimas por las mejillas, incontrolables. Dio algunos pasos hacia atrás y en cuestión de minutos ya estaba afuera, abrazada a sus dos mejores amigas, que le secaban las lágrimas a medida que aparecían nuevas. Caminaron despacio hasta el auto.

-Listo, soy la ridícula del año, con esto Rial tiene para un mes de programa. En qué estaba pensando, por Dios, era obvio que iba a pasar esto.

-No, La, vos no sabías lo que iba a pasar, le dijo Mariana, te jugaste y está perfecto, no tenés que sentir vergüenza de lo que sentís, las cosas que se hacen por amor están justificadas, el amor justifica todo. Ahora, listo, a seguir con tu vida, te sacaste la duda, es evidente que Peter ya eligió y no hay nada que puedas hacer ahora.

-Estaba feo Peter, ¿viste?, siguió Paula, para mi la ropa formal nunca le quedó, es más de lo casual. Aparte, ese peinado, ¿qué era eso? ¿Un tributo a Los Beatles? Ah, me estoy imaginando todo lo que el cura le habrá dicho al primo de Peter…

Se rieron las tres, abrazadas. Llegaron al auto, subieron y se fueron. Esa noche Mariana y Paula se quedaron en lo de Lara, y al otro día ya se sentía mejor.

Cuatro meses después, un escándalo mayor al que tuvo lugar ese dia en la iglesia de la calle 33 orientales inundaba las tapas de las revistas y los programas de chimentos. La flamante nueva esposa había sido vista en topless en una conocida playa del exterior acompañada por un morocho más joven. Y un tiempo después eso se desató un polémico divorcio, en el cual la ex esposa se quedó con mitad de los bienes de Peter.

No, Peter y Lara no volvieron. Lara siguió con su vida, conoció a un chico, se volvió a enamorar y sigue siendo incondicional, como siempre. Es muy feliz y ahora Mariana y Paula se están preparando para su casamiento. Paula va a ir con Juan Pablo, el primo de Peter, y Mariana con su novio de toda la vida.

Y en cuanto a Peter, siguió eligiendo mal.

La Rubiaa, Octubre 2009

9 comentarios:

Karito La Cordobesa dijo...

Ahhh, el sueño de toda mi vida. Que la soquete que impide un casamiento se quede pagando.

Tuviste tres meses para hablar, pibita. Tuviste tu relación, tu tiempo. Listo, déjalo ir.

(Hoy no me levanté romántica, vieron?)

Muy bien, Rub, mucho más divertido esta vez.

DeLocksley dijo...

ah caramba... mirá La Rubiaa!!
me tuvo leyendo hasta el final una "de amor" como un...

PERO MIRÁ LA RUBIAA! TQM Rub, seguí así

LALE dijo...

JAJAJAJAJAJA muy bueno!!!
ya se me va a ocurrir un comentario mejor. Vengo en un ratito :)

Zippo dijo...

Sabes que....

Parece banal, trillado y novelesco, pero NO LO ES.Es más, lo aparentemente superficial del cuento parece una máscara burlesca ,la que Rub usa para mofarse de los lugares comunes.En definitiva, es un relato que refiere a la liberación, y al sentir sin ataduras. Me gustó.

La Ruiva dijo...

Gracias K (jajaja), Delocks y Lale.

Zippo, puede ser, puede ser. Yo jamás haría algo asi :P

VP, las historias (la de allá y la de acá) no tienen nada que ver, esta la escribí mas de un mes antes de siquiera pensar en la de allá.

Karito La Cordobesa dijo...

Quintines!

Qué maestro, me hiciste acordar.

Holaaaasssssamigos! El crítico de la televisión!

La Ruiva dijo...

Ah, obvio, si los dos son mios!

June dijo...

Felicitaciones :)

Memento dijo...

Esta vez no me gustó. Y no coincido para nada con VP sobre una similitud de estilo con el relato que posteaste en tu blog (¿lo terminaste? ahora voy)...
No me gustó porque me pareció un texto sacado de una Cosmopolitan o algo así exclusivo para "chicas".