Largamos con el primer telita de octubre, es el turno del señor Juanro, músico, bloggero, marido de la señora eva, y sí, bueh, digámoslo, podentarista también él. Recordarán los asiduos su brillante participación en el TelitaII, El Profesional. No se queda atrás esta vez. Me encanta este relato. Disfrútenlo:
Cruce Hilario
¿No tenés más invitaciones? Creo que no. El viejo rebuscó en el morral. No, las repartí todas, ¿vos? Sí, me quedaron algunas, pero pocas. El muchacho sacó del canasto de la bicicleta un rollo de papeles, impresos aparentemente a mimeógrafo. "Gran barrileteada conmemorativa" era el título, seguido de un dibujo de unos barriletes perfilados sobre unas nubes, y debajo "domingo 27, en el Cruce Hilario". ¿Va a venir bastante gente, no? dijo, mientras miraba el panfleto. Yo creo que sí, dijo el otro, cambiando de nalga el peso del cuerpo, sentado, mejor dicho apoyado sobre la división central de cemento de la autopista. El sol, generoso, rendía tributo al verano y calcinaba el asfalto resquebrajado y los pastos que amarilleaban entre las grietas. El silencio era intenso, pero no absoluto. Un silencio de civilización, pero jalonado de sonidos, la respiración de ambos, lenta bajo los ceños fruncidos para amortiguar la resolana, el runrun de la brisa en los oídos y el swish sobre los pastos, algún pájaro lejano, alguna chicharra. Allá para el lado del pueblo ya se veía venir otra gente, la mayoría como los dos que ya estaban ahí charlando, en bicicleta. ¿Sabés por qué este lugar se llama Cruce Hilario? preguntó el viejo, con la voz un tanto opaca por el cigarrillo que se había metido entre los labios, al tiempo que se daba vuelta para ponerse de espaldas al viento y haciendo reparo con la mano, lo encendía. No, dijo el muchacho. Calando con satisfacción y exhalando la primera bocanada de humo, el viejo empezó a contar. Tenían un rato todavía.
Hasta que un día esa misma tele que nadie miraba ni apagaba nunca, anunció la llegada de la autopista, y el mundo tan lejano vino a entrometerse en la vida del pueblo. No mucho, es cierto: la autovía de dos carriles por lado no tenía prevista en las inmediaciones ninguna bajada. Al pueblo se seguía accediendo por la ruta vieja, que venía por el otro lado. Al que sí lo jodió fue a Hilario, claro. La traza vino a pasar, cosas de la topografía, haciendo un chanfle entre la laguna y el pueblo. Lento y manso, aunque no indolente, un día vio llegar las máquinas, cuando salía pedaleando con ese ritmo tan suyo que parecía a punto de detenerse del todo y caer de lado a cada instante, por el sendero que los años habían marcado entre el pasto. Llegó hasta el reciente obrador, y se quedó mirando un rato. Nadie le prestó atención, así que fue y habló con uno, mayor y más gordo que los demás, debía ser el capataz. El tipo, amable al fin y al cabo, le explicó de qué se trataba. Sí, una autopista, sí, el proyecto iba a concretarse en menos de dos meses, ¿puente? ¿para quién? No, don, acá no. Hilario se fue. Días después reclamó en el pueblo, con el delegado municipal (intendente no había). En fin, nunca le dieron pelota, no me refiero al pueblo, donde efectivamente lo apreciaban, pero imaginate, el reclamo de un cuasi indigente rural que vivía aislado en el culo del mundo con sus gallinas y algunos chanchos no iba a frenar ni desviar la cosa ni un milímetro. Hilario, como tantas otras veces en su vida, se resignó. La autopista estuvo eventualmente terminada y él, en lugar de pedalear apenas dos o tres kilómetros, tenía que alejarse casi seis hacia el oeste, hasta donde la autopista hacía un desvío y se acercaba un poco más al borde de la laguna. Allí había un puente, no para él si no para pasar sobre el arroyito, y por ahí abajo, entre la pared de cemento oscuro y chorreante de humedad y el barro de la orilla, cruzaba. Sobre él, los autos, ciegos y ajenos a todo el asunto, iban y venían. Salía del otro lado y luego volvía, paralelo a la autopista, hasta quedar casi enfrente del rancho, pero del otro lado.
Pasaron los años. Hilario criaba gallinas, y pedaleaba. Aunque sus fuerzas menguaban, aún no se agotaban. En otra escala, lo mismo se podía decir del mundo. Un día por la tele, dijeron que el petróleo se estaba acabando. El Hombre tenía una segunda oportunidad, decían algunos,
Lo encontró Gómez, dos días después, decía el viejo. Aparte del muchacho que estaba antes, se habían acercado a escucharlo una pareja y dos pibes más. Cuando Hilario no fue al pueblo al otro día, y era un buen día, Gómez se inquietó. En años y años, Hilario nunca faltaba. Al otro día tampoco fue y ahí sí Gómez consultó con el delegado y se fue hasta el rancho. Vio lo que Hilario había hecho ya desde lejos, el perfil de la autopista cortado como una dentellada resaltaba contra el horizonte. Evitó irse hasta el puente y cruzó directamente por ahí. Lo encontró como ya dije, como durmiendo, seco y enjuto y con el rostro apacible y casi feliz. Avisó luego que el camino a la laguna y el campito y la arboleda estaba despejado, y desde entonces le decimos el Cruce Hilario. Sí, algo había escuchado, dijo uno de los recién llegados, bueno vamos ya está empezando, dijo otro y se fueron para el campito. El viejo y el muchacho se incorporaron y fueron también. Uno de los panfletos se cayó y se fue, llevado por el viento, dando vueltas entre las piernas de alguien, esquivando en una voluta los rayos de una rueda, pasó por la abertura de la pared de cemento y se perdió en el campo, más allá. Arriba, los primeros barriletes ya se recortaban contra el celeste y las nubes.
Juanro, Octubre 2009
19 comentarios:
Me gusta mucho la forma de escribir de Juanro, cómo mete referencias al medio de todo (bah, referencias o como se diga a cosas de este estilo: "hubo un tiempo, un margen para la diferenciación del que puede del que no").
Escribe rebuscado, pero clarito... es una linda mezcla.
Bien, arrancó octubre con todo. =)
La plumita! Jajaja!
No sé qué quise decir anoche, si "referencias" o "reflexiones".
Se las dejo picando.
¡Arrancamos con todo! Lo veo candidatazo así sin esperar al resto...
Me gustó mucho la atemporalidad de la situación y por supuesto, que está escrito con muchos recursos bien empleados. Felicitaciones al autor!
Uhhh muy bueno!
La verdad que me hizo sentir como parte del pequeño público, con el sol en la cara, el pucho en la mano y escuchando al viejo en medio del camino. Excelente!!
Dirán que no soy objetiva, pero se equivocan. Soy muy objetiva.
Es BUENÍSIMO el cuento.
Me encantan las historias de pueblitos alejados, me recuerda a las novelas del Sertao que veía de chica con mi mamá.
Muy buenas imágenes las de Juanro, y la historia, impecable.
Che, esto queda cerca del campo de Amanda, no?
Lo que pasa Sub es que desde que vivimos en el campo no podemos pensar en otra cosa :P
Claro, el campo esto, el gobierno lo otro.
Che yo estoy de acuerdo con tu juicio. El cuento es BUENISIMO.
De paso y sin que venga a cuento, decidieron acerca de la perrita?
Gracias a todos por los elogiosos conceptos! Te digo que lo del gobierno lo otro, estuve a punnnnto de incluirlo... decí que me contuve a tiempo, para preservar la pureza ideológico-literaria del concurso :P
Muy lindo, felicitaciones al autor :)
Nada que ver con este texto pero me acordé de un cuento de Aleman Sainz en el que el protagonista se llama Hilario, "Esperen peatones, Peatones pasen"; jaja, me causó gracia; y cuando leí el título pensé que se trataba del Cruce Hilario en Mendoza (¡también en una autopista!)
Buenísimo, de nuevo felicitaciones al autor.
June
Muy bueno!
Muy bueno!
Muy bueno!
Este me fascinó. Denserio, Juanro ha escuchado mucho relato de parte de personas mayores, porque su historia navega con una serenidad y aplomo digna de un viejo pueblerino que sabe contar historias. Estuviste magnífico, che.Es brillante.
Gracias, en serio. Puede ser, Zippo. Mi abuelo era un viejo viejo contador de historias. Y en mi familia hay como una tradición de cuenteros (chamulleros, dirían algunos)
Che, y el mio de octubre?
Yo quiero una orden de compra!
(vale participar todos los meses??)
Por supuesto que se vale participar todos los meses y tantas veces quieras.
Pero ojito que lo de la orden de compra no es necesariamente tu premio eh. Los premios son ESPONTANEOS y PERSONALIZADOS. A Vontrier le tocó la orden de compra de libros, a Gabrielaa le tocó un huevo kinder con sorpresita. Qué sé yo qué le va a tocar al próximo ganador. Capaz te toca un lápiz de labios, o una lapicera, una taza. Lo que surja. No sé, no sé.
El orden de publicación también es espontáneo. Paciencia :D
"espontaneidad" y "paciencia" son términos opuestos, MC
AH NO.
Ahora quiero un huevo Kinder.
Juanro, me encantó tu cuento..........casi que podría contarlo Landriscina como pa ponerle el color de la entonación que este medio no nos da y hasta, me atrevo a decir, que lograríamos "ver" su gestualidad.........QUE LINDOOO!!!!
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