Desde el podentariazgo siguen llegando aportes, vamos todavía!
En esta ocasión, es el señor JuanRo quien nos honra aportando al T.E.LIT.A. un singular relato de su autoría. Gracias JuanRo! Aquí, para todos:
El Profesional
El último recuerdo que tengo de antes de aquella vez es un flash, una luz. Creo que perdí el sentido antes de llegar a percibir el mero sonido de la explosión. Luego, difusos, me llegan algunos gritos, ulular de sirenas. Alguien me pregunta algo pero a mi no me importa. Luego está el túnel, la oscuridad. Y al final, el volver en mi en el hospital. Esa fue la bomba en la puerta del colegio, y esa vez me tocó a mí estar cerca. Pero fue de pedo; no era para mí. Yo fui apenas, un daño colateral. Los tipos se querían cargar al brigadier M…. pero, viste como son los inexpertos, un trabajo chapucero y detonó cuando el auto iba sólo con el chofer y justo la mala leche de que pasaba por la puerta de la escuela. Así es como se crea la mala prensa; movidas burdas, trabajos mal hechos, a lo bruto. ¡Dónde quedó la hombría y la precisión de un Radowitzky corriendo con el caño con la mecha encendida tras el carruaje del miserable Falcón! En fin. La cuestión es que las heridas sanaron, casi ni marcas tengo; pero los muertos, esos por supuesto no volvieron. Aunque si me pongo en cínico, te puedo decir, los muertos que importan, al cabo de un tiempo de todo nos olvidamos y seguimos con nuestras vidas. Lo que importa es EL muerto, el destinatario. Yo, cuando tuve que hacer lo mío, y te digo que fueron varias veces, nunca me puse a pensar en eso, en las consecuencias. ¡Qué me importan a mí esas cosas! Yo estoy más allá; yo sólo veo el motivo. Si el tipo amerita o no amerita. O al menos eso me creía antes, cuando era joven. Ahora veo, por supuesto, además del motivo, el pago. Por eso cuando me llegó el último pedido, ni lo dudé: el tipo amerita y la paga, más aún. Es un encargo difícil, técnico. La bomba tiene que ser liviana, potente, sumergible, y activada por una serie de condiciones (luz, temperatura, humedad). Trabajo rápido, silbando, contento: sin pensar. Hago lo que tengo que hacer y entrego donde y cuando me dijeron que lo haga. Que va a ocurrir después, ya no me importa. Y esa noche me voy al tugurio, a juntarme con dos o tres colegas. Ellos me entienden. Cada uno en su rubro, pero estamos todos en la misma. Llego, tiro la pilcha sobre la silla, le digo al gordo, cabezón, cebate un mate, y me doy cuenta justo, justo antes, cuando el cabeza abre el termo…
JuanRo, Mayo 2008.
jueves, mayo 29
T.E.LIT:A.II Profesional
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8 comentarios:
Juanro, después de esto nunca más le diré Bichi (bueh, nunca mas, nunca más tampoco).
Congratuleishons.
Después de esto, ningún mate será lo mismo.....
Uhhhhh excelente!!!! Te deja con los dientes apretados! Me encantó!!! Mas che...ahora dieron ganas de mas!
Felicitaciones!
"...justo antes, cuando el cabeza abre el termo..."
BUM???
Genial, Juanro.
¡¡¡¡Pero què cabeza de termo!!!
¿¿Còmo se va a confundir asì???
Excelente resoluciòn, Juanro. Quiero leer màs, màs, màaas.
Miralo a Juanro que bien que escribe, el tipo.
Que se cope y escriba más.
Felicitaciones.
Salú.
V.
Excelent Juanro.
Los finales de las historias de este taller son cosa seria.
Antes de abrir un termo delante suyo por las dudas antes pregunto...
je je
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