jueves, diciembre 6

T.E.LIT.A: my humble aporte

Para animar a los tímidos, yo misma meto mi propio aporte al T.E.LIT.A.

Recuerdos de familia


“Mirá con qué ilusión prepara la mesa. Me pregunto de dónde va a sacar sillas para tantos. Ah, cierto que ya dijo que se las prestaban los del club. Después se las voy a ir a buscar, así no labura tanto. Qué manera de laburar, la vieja. Y no lo digo por ahora, que sí, más vale, se laburó todo desde tempranito y hasta se hizo tiempo para cebarme un mate. Digo laburar, laburar desde siempre como una burra. Sobre todo después que se murió el viejo. Y lo que renegó con nosotros! Si le habremos hecho agarrar broncas, pobre. Pero a chancletazo limpio nos sacó adelante, y tuvo su compensación. Me acuerdo cuando la Elsa trajo el diploma de maestra, esperó hasta el domingo, a que estuviéramos todos sentados a la mesa, estaba el tío Juan también, que en paz descanse, y la tía Chefa y Coti. Y la Elsa se paró y dijo "yo traigo los fideos" y cuando volvió venía con cara de pícara y sacó el diploma y se lo dejó en el plato a la vieja. Cómo lloraba la vieja, qué emocionada estaba, con su primer hija recibida. Qué manera de llorar! Lo mismo que cuando nació el Marcelito… con el apurón del parto adelantado no pude ni avisarle y el teléfono del hospital que no funcionaba, para cuando la vieja llegó el Marcelito ya estaba prendido a la teta de Susana. Me acuerdo cómo me abrazó, llorando, me repetía “Mi primer nieto, mi primer nieto!” como si fuera… qué sé yo qué. Yo también estaba emocionado, claro, era mi primer hijo. Pero es una llorona, la vieja. Cuando la Elsa se separó, también lloraba como magdalena. Y eso que era más bien para festejar con fuegos artificiales, si al final la suerte que tuvo la Elsa en sacarse de encima a semejante hijo de puta. Pero para la vieja, una separación es un fracaso. Igual cuando el Tito dejó la escuela para irse a laburar al sur. Al final le fue bárbaro al Tito, qué cosa, quién iba a decir, tamaño atorrante que era y si lo ves ahora… pero la vieja no le perdonó que hubiera abandonado la escuela. El fracaso no era de ellos, era de ella. Porque para ella la vida siempre fue desafío, y era un desafío sacar adelante a los hijos, sobre todo después que se fue el viejo. Yo casi no me acuerdo del viejo, en parte porque era muy chico cuando él murió, pero además porque lo veía poco, una vez a la semana que en realidad era un rato porque venía molido de laburar y más que nada dormía. Pero, lo que son las cosas, aunque casi no me acuerdo de él, tengo patente la cara de la vieja cada vez que llegaba el viejo. Se iluminaba toda, rejuvenecía de golpe. Nunca más le vi esa expresión de felicidad, después que el viejo se estroló con la chata, pobre viejo, él sí que laburaba de lo lindo también. Me acuerdo cuando vino el policía ese, me acuerdo porque yo abrí la puerta, mamá lo hizo pasar acá mismo, que ahora que lo pienso el patio estaba igual que ahora, salvo el sillón este que se lo dio la Elsa cuando se mudó al departamentito, la vez que se separó, que le sobraban muebles por todos lados, porque mi cuñado era un hijo de puta pero un hijo de puta forrado en guita, al final la Elsa salió ganando con la separación, no te digo. Y vino el policía y la vieja nomás de verlo ya entendió todo, y fijate que con lo llorona que es, esa vez no pudo salírsele ni una lágrima. Se quedó ahí, hecha un patito mojado, y la cara… bueno, esa cara que tenía, la que tenía cada vez que el viejo llegaba, todos los fines de semana, esa cara ya no la tuvo más. Yo creo que a partir de ahí fue que empezaron a llamarla “la vieja Jiménez”, acá en el barrio. De vieja no tenía nada, qué iba a tener si apenas rasguñaba los 30, pero es verdad que a partir de ahí se le fue la juventud. Igual siguió luchando a brazo partido para sacarle lo bueno a la vida, y así crecimos y nos fuimos y un día te das cuenta y hace como un mes que no venía a verla. Y mirala ahora, lo contenta que está, que viene toda la familia, el Tito con su mujer y los cuatro pibes, la Elsa, Susana que ya debe estar al caer con el Marcelito con la novia y mis otros dos. Qué fiesta para la vieja! Después voy a ir a buscar las sillas al club.”

La María Ce

4 comentarios:

Vill Gates dijo...

Muy lindo María!
¿Será que la foto inspira a lo costumbrista?
Salvo el relato casi policial, los otros huelen a barrio, a pastas, a comida hecha en casa, a laburo, mucho laburo y sobre todo a mujeres sacrificadas por su familia.
¿Será que la foto muestra eso o en nuestro imaginario colectivo pensamos que en esa "época", cualquiera que sea, pero no la de ahora, las cosas eran así? No mejores, ni peores, pero así.
Quién sabe.

gabrielaa. dijo...

sí, en todos los cuentos: mucho laburo, el de las mujeres

muy bien

MariaCe dijo...

Es que esa señora... con las espaldas cargadas, el sobrepeso echado en las piernas, qué sé yo, para mí es la imagen de mis antepasadas inmediatas. Esa mujer, la de la imagen, no puede no haber sido madre, no puede no haber laburado como negra, no puede no ser de clase media-humilde, no puede no haber sufrido alguna pérdida... no puedo imaginármela de otra manera :-)

Sacerdote dijo...

Muy bueno Maria!
Coincido con la visión costumbrista que emana de la foto.