Sueño.
Salgo de casa, estoy yendo a buscar a Francisco al jardín, y trato de caminar muy, muy lentamente porque sé que es demasiado temprano. Cuando doblo la esquina veo al guardia de seguridad del anticuario sentado como siempre en su silla, escuchando algo en sus auriculares y con un libro en la mano. Pienso si debo esquivarlo o pasar por delante de él. Decido pasar por delante. Pero cuando llego adonde está, me detengo. Sólo lo miro amablemente, pero mi mirada es malinterpretada. El hombre echa una ojeada hacia el zaguán del anticuario, como para constatar que no nos verán, me toma de la mano y me invita a entrar. Me sorprendo por mi propio repentino aunque mínimo interés. El zaguán está oscuro pero deja la puerta abierta. Desde el rincón oscuro en el que me dejo cojer, veo la claridad del día afuera y escucho la gente que pasa.
Estoy con Manuel en Villa de Mayo, en una de las casas que tiene mi jefa para alquilar. Manuel está trabajando para la competencia. Su jefa -Norma- no sabe que Manuel y yo vivimos juntos. Lo llama a Manuel por teléfono y yo escucho todo. Le dice que por esa casa cobre 5000. Y yo me digo que se lo voy a contar a mi jefa -Irene-.
Sueño que no puedo dormir porque me duele extraordinariamente la rodilla izquierda. El dolor es intenso de verdad, como un dolor de muela infectada. Duele y duele y no para de doler, la rodilla irradia un dolor pulsante y luminoso, es un dolor visible, como un dibujito de comic. Como la que usualmente me duele es la rodilla derecha, me lamento, en el sueño, de que me haya empezado a doler también esta otra, y encima, que duela tanto. Siento como si una uña afilada penetrara en algún nervio justo en el centro de la rodilla y la intensidad es ya insoportable. Me despierto, el despertador está sonando desde hace ya un ratito, a juzgar por la insistencia del rin-rin. El gato Tris está durmiendo al borde de la cama, con su garra levemente extendida aferrando mi rodilla (para no caerse, seguro). Me levanto, moviendo la pierna con mucho cuidado para no exacerbar el dolor. Pero no hay ningún dolor. Por suerte.
jueves, septiembre 6
Sueño, sexo-laboro-artrítico
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