miércoles, julio 7

TELITA V: Vengador Pitufante

Participante ya curtido en Telita III y Telita IV y controvertido comentarista, el Vengador Pitufante, siempre desde el más oscuro anonimato (bueno, no tanto, me puso de amiga en el facebook así que ahora le conozco la cara a él y a la familia y además sé dónde trabaja y, salvo que todo esto sea una gran farsa no puedo decir que conozca mucho más de otros teliteros), nos acerca una nueva colaboración, que me ha gustado mucho porque, entre otras cosas, desarrolla en el relato la misma idea que se me había ocurrido a mí cuando pensé en la consigna. Sin adelantar más, los dejo con su narración. No tiene título, bueno, no importa:


Ella aparece todas las noches y yo la miro sin sonreir. Me pide, me suplica, que lo haga. Yo me niego sistemáticamente. Y ella se va. Su pelo rojizo pendulando contra su espalda, mientras camina con ese paso tan particular que la caracteriza. La observo y no puedo dejar de notar que aún conserva restos de la hermosura que otrora me impulsara a casarme con ella.

No puedo precisar cuándo comenzó pero, por Dios, todos los días oro porque termine pronto. Sus ruegos agotan mi paciencia y mis rechazos sólo parecen endurecer su voluntad. Cada noche sale de su cuarto y se repite la triste situación. Ella rogando, yo negándome, intentando razonar, profiriendo insultos cuando agoto mi reserva de racionalidad. Alguna vez llegué a pegarle. No le importó. Sólo volvió a su cuarto, repitiendo su monótona letanía.

Lloro a veces. Por mí. Por ella. Por nosotros. Por la idea de nosotros. Por lo que alguna vez fuimos. Por las promesas rotas. Por los sueños evaporados en lo que dura un pestañeo.

El cambio fue gradual, lo suficiente como para no despertar mis sospechas hasta que fue demasiado tarde. Lo pedía y yo la miraba divertido. Su mirada era quizá algo distinta en esas ocasiones, pero tal vez mi memoria recuerda cosas que no ocurrieron realmente. Pero pronto los pedidos se hicieron más frecuentes. Su tono de voz ya no era el de una persona sana. Era una niña enferma y obsesionada, repitiendo un capricho sin fin.

Nunca intenté llevarla a un "locólogo", como a ella le gustaba llamarlos. Nos prometimos mutuamente que jamás nos acercaríamos a uno. Opté por recluirla en casa argumentando que ya no era necesario que siguiera trabajando. No pareció importarle.

Convivo con ella, con lo que queda de ella, de la pelirroja divertida y aficionada a las letras que alguna vez conocí. A veces mantenemos charlas normales. Soy muy feliz cuando eso ocurre. Pero sé que su obsesión está allí, lista para salir, a la espera de la menor debilidad en mi discurso; al acecho del menor detalle o palabra de la cual aferrarse para surgir de las cenizas cual oscuro fénix y arrasar los pocos momentos de calma que aún tenemos. Y cuando eso ocurre, mi mundo se desmorona una vez más.

Casi sin respirar, me suplica que escriba nuevamente sobre los laberintos, la eternidad, la inmortalidad, el tiempo. Me dice con total seriedad, al borde del llanto, que ya ha leído mis escritos demasiadas veces. Que necesita que escriba más, mucho más. Que no debo negarle al mundo, y especialmente a ella, la genialidad que me ha sido concedida. Y yo la miro y me siento atrapado en mi infierno particular. Porque en su mente enferma y degradada, yo, desgraciadamente, soy Borges.

Vengador Pitufante, Julio 2010.

9 comentarios:

Karito La Cordobesa dijo...

=)

Maria Kodama dijo...

Excelente.

Zippo dijo...

Alto vuelo, Vengador. Al fin puso a trabajar esa sesera exquisita que le avizoro siempre.

El Gaucho Santillán dijo...

Bien eh? Buena idea, che.

Yo querìa hacer un chiste con la Kodama, pero se me adelantaron.

Estoy desolado. Desolado.

Memento dijo...

Gustó gustó!. Lo del "locólogo" me sacó un poco de tema, eso sí. Pero hay un par de párrafos que saltan un nivel de energía en el orbital del texto (me esmeré con esta metáfora cheeee.)

teniente tita ripley dijo...

Se podria decir que Maria Kodama padecia de lo mismo que padecio el Vengador Pitufante, aunque obtuvo dinero con lo que publico de un autor ciego que ya habia publicado sus obras completas. Y no un triste remedo de matrimonio.

mosca brava dijo...

Bien ahí.
Pensé algo parecido a lo que dice la teniente Tita (¡Ese nombre debería tener una buena referente!) pero en el sentido de que lo que implica el relato antes de la última oración, es algo de lo que habrá tambien padecido la Kodama, más allá de los beneficios en metálico.

rs dijo...

Muy bueno VP, me gustó mucho.

Zippo dijo...

No te hagás el humilde.