Esa, aquella madre, se me fue perdiendo día a día, minuto a minuto cuando ella peleaba por llegar a ser lo que no era y yo a mi vez ganaba terreno rabiosamente, tal vez quitándoselo a ella sin saber que se lo arrebataba, tal vez intuyendo muy oscuramente que lo hacía, pero eso sí, deseando siempre poder echar sal sobre el terreno que ella cultivaba, arderlo, desecarlo y quitárselo debajo de los pies para no correr, yo, el peligro de habitarlo algún día.
jueves, octubre 15
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2 comentarios:
Y, sí. Lamentable pero cierto. Es una ley natural que los hijos busquen voltear a los padres para poder crecer. La adolescencia es el primer atisbo.
¡FELIZ DÍA, MAMASA!
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