Hernán Casciari, en 150 de mortadela, dice:
"Desde que estoy sin padre ya no puedo ver partidos, porque el fútbol nunca fue monólogo en mi vida, ni siquiera fanatismo, sino una interminable conversación entre dos hombres. La primera vez que vi un balón fue en el cielo de La Liga, un arquero lo hacía volar al medio de la cancha y pensé que era la luna; yo estaba en sus brazos. Después la charla continuó en las tribunas del Carlos Quinto, en Flandria, en las plateas de la calle Pavón, donde una noche se cortó la luz mientras Central nos paseaba, y sentí su mano. La conversación siguió en los sillones de casa, un parloteo incesante que duró seis Mundiales. Más tarde en los teléfonos, en los chats. Una conversación feliz que duró treinta años. Y ahora, a los cuarenta y tres minutos del segundo tiempo de cualquier partido, comprendo que no va a sonar el teléfono."
Yo nunca hablé de fútbol con nadie. Pero comparto un poco la revelación de esa comprensión que describe Hernán.
Un día a las 2 de la tarde me senté en la vereda de casa, junto a mis dos hermanos varones. Nunca antes me había puesto a pensar por qué íbamos a esa hora a sentarnos ahí, así de instalada estaba esa acción en los tres. Ese día, después de quince minutos haciendo nada, los tres volvimos a meternos en la casa. No hizo falta decir nada. Creo que en ese momento nos dimos cabal cuenta de que nunca más ibamos a ver llegar a nuestro padre de su trabajo.
Fue hace mucho. En 1975.
domingo, septiembre 7
Un recuerdo
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9 comentarios:
Me hiciste pensar un rato largo, nena. Conectarme con algo que se ve que tenía abandonado.
Gracias.
Tuve una impresión de tierna melancolía en tus palabras, me sentí conmovido después de leerlo y estuve pensando durante gran parte del día al respecto... no sabía muy bien que comentar, pero no podía dejar de hacerlo.
¡un Abrazote MariaC!
A mí me pasó lo mismo que el Profe, tuve un dejo de melancolía por las cosas esperadas y perdidas.
De girar la cabeza y darse cuenta de golpe, que todo ha cambiado.
En el fútbol, en el tango, en el vino. Antes, a veces, lo encontraba...
Lo que contás, sino fuera real, daba para un excelente cuento María. Pero la realidad puede más.
El artificio literario conmueve pero la realidad te marca, con tinta indeleble.
Un beso.
Vill: si le dispara un cuento, déle nomás, qué mejor?
Abrazo, a todos.
Y después la que hace llorar es la Vontrier... ¡porrrrfavorrrrrr!
es tremendo esto maria. Es demasiado emocionante.
No puede ser que justo ahora, despues de lo que contaba por mi casa me evnaga a encontrar con esto acá.
No es casualidad que luego de este venga un hermoso post sobre el "pitulin".
besos maria.
Hola Maria,
conmovedora tu descripción de lo autómatas que somos, generalmente para las cosas que más extrañaremos cuando nos falten.
Creo que con el tiempo aprendemos a desprogramarnos, de todas maneras está muy bien y sirve para cierta edad en la que -todavía- no somos capaces de procesar todo lo que pasa.
Un beso, me gusta mucho este lugar.
Guagua (o maría la del campo)
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