jueves, marzo 27

La vida es sueño

Anoche dormí muy, muy profundamente, tan bien que las cinco horas de sueño me alcanzaron perfectamente para despertar descansada y de buen humor. Mientras preparaba el desayuno de mi hijo miré al patio y vi un despelote de plantas caídas, pedazos de revoque, un par de prendas venidas de algún balcón y un montón de mugre pegada al suelo todo mojado. Después, una vez en la calle, tuvimos que rodear la cuadra de Defensa entre San Juan y Cochabamba porque se había desprendido toda la... mampostería creo que se llama, me refiero en este caso particular a todo un gran pedazo de pared de la parte superior de un edificio, dejando a la vista el interior, con toda una malla de alambre arrancada por el peso del agua -supongo-. En la vereda quedaron los restos, enormes bloques, espero que no haya pasado nadie por ahi abajo justo cuando se desprendió. Había una grúa y mucha gente trabajando, y toda la cuadra cortada.
Y yo ni me había enterado de la violencia de la tormenta. Mientras todo eso sucedía alrededor de mi casa, yo dormía como una bendita.

Recién hace dos días que me enteré del conflicto del sector agrario, y me enteré a medias, por las consecuencias que llegaron a tocarme más bien. Recién entonces me interioricé un poco acerca de en qué consistía el conflicto (todavía no termino de entender bien bien, para ser franca, no sé si me falta información o me sobra desinformación o si sencillamente mi cabeza no alcanza a medir la magnitud del asunto).

Y me quedé pensando que mi vida en general es como la dormida de anoche. Mientras las cosas pasan, yo ni me entero, no participo, aislada como siempre en mi burbuja familiar-laboral. Para cuando me despabilo, lo único que me queda por hacer es observar con la boca en "O", y, por mi naturaleza solidaria, quizá ayudar a recoger los pedazos, o a consolar a los lastimados. Siempre cerquita, siempre en pequeña escala todo. Menos la impotencia.

Me pregunto nomás si andar más despierta y enterada serviría de algo.

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