jueves, junio 28

El meme de la 139, una novela sin mucha esperanza

La verdad sea dicha: no le veía la gracia a nomás decir qué estaba leyendo. Vontrier sugirió que era bueno saber qué andaban leyendo los otros, siempre se podía encontrar algo que una no hubiera leído, y sí, es cierto. Pero se me ocurrió preguntarme cómo sería juntar todos esos textos, o algunos al menos. Acometería alguien tamaña empresa? Sí! Yo mismísima. Busqué, copié, pegué, mezclé, y volví a copiar y pegar. Aquí está.
Señoras y señores, a continuación, El meme de la 139, una novela que más tarde o más temprano, le va a resultar vagamente familiar.

El meme de la 139
En la escalinata, entre dos gruesas columnas esculpidas, el Religioso, el Macerón y el Pertigudo se exhibían antes de la boda. Detrás de ellos, unas largas colgaduras de seda blanca llegaban hasta el suelo, y los catorce Monafieles ejecutaban un ballet. Llevaban unas blusas blancas, con pantalones cortos rojos y zapatos blancos. En vez de pantalones cortos, las chicas llevaban unas falditas rojas plisadas, y una pluma roja en el pelo. El Religioso sostenía el bombo, el Macerón tocaba el pífano y el Pertigudo marca el ritmo con unas maracas. Los tres cantaban el estribillo a coro, después de lo cual el Pertigudo esbozó unos pasos de claqué, cogió un bajo y ejecutó un sensacional solo al arco sobre una música de circunstancias.
—Es mi padre —le soplé a Silvio— que regresa a Bomarzo. Estamos perdidos. Me miró y meneó la cabeza. La cabalgata se desplazaba lentamente. Mi abuela, de pie a mi lado en la misma terraza donde el paje había realizado la invocación, me puso una mano en el hombro. —Vuelve mi hijo Gian Corrado. Ahora moriré en paz, Vicino.

Como si durante todo este tiempo hubiera estado esperando la consigna, el ábrete sésamo, se oyó por fin el altavoz, Atención, atención, los internos tienen autorización para venir a recoger la comida, pero cuidado, si alguien se aproxima demasiado a la reja del portón, recibirá un primer aviso verbal, en caso de no volver inmediatamente atrás, el segundo aviso será una bala.Los ciegos avanzaron con lentitud, algunos más confiados, directamente hacia donde creían que estaría la puerta, los otros, menos seguros de sus incipientes capacidades de orientación, preferían ir deslizándose a lo largo de la pared, así no habría error posible, cuando llegasen a la esquina sólo tenían que seguir la pared en ángulo recto, allí estaría la puerta. Imperativo, impaciente, el altavoz repitió la llamada. El cambio de tono, notorio incluso para quien no tuviera motivos de desconfianza, asustó a los ciegos. Uno de ellos decalró, Yo no salgo de aquí, lo que quieren es reunirnos fuera para matarnos a todos, Yo tampoco salgo, dijo otro, Ni yo, reforzó un tercero.

Salió en ese momento el barbero a ver qué pasaba, y nunca olvidaré de ese día memorable la cara de estupor del maldito Guedes al ver a Camilo en el suelo –loco de remate tras el golpe y musitando mareado boogie-woogie– y al verme a mí todavía con el gesto amenazante y la expresión muy agresiva.
—¿Vidal?—preguntó Fanny, desconcertada. Perla asintió callada, secándose los ojos. Y cuando pudo hablar, balbuceó:—Sí, creo que eso fue lo que dijo.

¿Casualidad? ¿Destino? ¿O, simplemente, matemática, un ejemplo de la teoría de la probabilidad en funcionamiento? No importa cómo lo llames. La vida está llena de estos sucesos. Y sin embargo, hay críticos que reprocharían a un escritor que utilice un episodio así en una novela. Mal por ellos. Como escritor de novelas, me siento moralmente obligado a incorporar dichos acontecimientos en mis libros, a escribir sobre el mundo tal como yo lo percibo*, no como alguien me dice que tiene que ser. Lo desconocido está sobre nosotros cada momento. Como yo lo veo, mi trabajo es mantenerme abierto a estas colisiones, estar atento a estos incidentes en el mundo.
Lo he ido descubriendo en los últimos tiempos, desde que he empezado a beber más. Cada vez que miro este paisaje con ojos embriagados, su pureza, casi excesiva, me hace estremecer, y siento que nada importa, que da igual que lo haya perdido todo. No es abatimiento, tampoco desesperación; es una forma más natural de aceptar las cosas, un sentimiento suscitado por una emoción silenciosa y clara. Cómo resplandece el mundo bajo la luz. Sueño con un mejor estilo de prosa, libre de recursos fáciles, más sobrio, que trabaje más cerca de las emociones tanto directa como indirectamente, con sentimiento e inteligencia. Un sueño agradable y me siento tal cual soy.

Durante el primer mes escribí un borrador preliminar corto, ateniéndome únicamente a lo más esencial. Cuando vi que el caso seguía sin resolverse, volví al principio y empecé a llenar las lagunas, a ampliar cada capitulo hasta el doble de la extensión original. Mi plan era revisar el manuscrito tantas veces como fuese necesario, añadir nuevo material en cada borrador sucesivo y seguir trabajando en ello hasta que pensase que no quedaba nada por decir. Teóricamente, el proceso podría haber continuado durante meses, tal vez incluso años..., pero sólo si tenía suerte. En realidad, estas ocho semanas son todo lo que tendré. Cuando llevaba hechas tres cuartas partes del segundo borrador (en mitad del cuarto capítulo), me vi obligado a dejar de escribir.Eso ocurrió ayer y todavía estoy tratando de asimilar lo repentino que fue. El libro ha terminado ya porque el caso ha terminado. Si añado esta página final es sólo para dejar constancia de cómo encontraron la solución, para anotar la última sorpresa, el último giro que pone fin a la historia.

FIN

Participaron de esta novela, con o sin consentimiento previo:
Los lectores Arechagueira - MariadecercaMortadelaVontrierFender GebietCherrymanhattanGalderMiguel Angel Navarro Hernandez Ginger

y, sobre todo, los autores (definitivamente, sin consentimiento previo):
Paul Auster (2) – Manuel Mujica LainezJorge FrancoJohn CheeverBanana YoshimotoBoris VianJosé de Saramago - Enrique Vila Matas

2 comentarios:

Fender dijo...

Jajaja! Excelente! Bienvenida al club de los locos! (Este, si no es que ya participaba de alguno).

MariaCe dijo...

Siento gran alivio porque no me haya demandarme por uso impropio del texto ajeno, o algo así. Me alegra que le haya gustado mi (?)novela. Y gracias por la bienvenida!